martes, 23 de julio de 2013

Agua, tierra y hombre: resumiendo el pasado.

Jorge Novo Negrillo.
Geólogo, Master en gestión de aguas.    
Experto en permacultura, medio ambiente y tecnologías sostenibles.


 La Tierra. Océano Pacífico,
Cuando utilicé por primera vez el Google Earth hubo una imagen que me fascinó: lo que llamamos planeta Tierra, visto desde el espacio, bien merece ser llamado planeta Agua. Es este elemento el que condiciona la vida de este mundo único, y su presencia ha sido, y será, clave para la supervivencia de los seres vivos que en él se cobijan.

En la superficie planetaria se aprecian tres entornos bien diferenciados: los océanos, las tierras emergidas y los casquetes polares. Están formadas por agua, netamente, dos de estos: los océanos, con aguas de alta salinidad, y los casquetes polares, formados por aguas congeladas de muy baja salinidad.

Las tierras emergidas (islas y continentes) las conforman los materiales geológicos que afloran sobre el nivel de las aguas marinas.

En estos medios también podemos encontrar un alto índice de agua, aunque distribuida de manera diferente, dependiendo de factores que determinan los diferentes climas globales o las características propias de pequeños enclaves que generan microclimas locales. Así en unas zonas emergidas del planeta este elemento abunda, mientras que en otras es escaso o tiene características fisicoquímicas que lo hacen inadecuado para la vida. 


La Tierra. Polo Sur y Australia.
Fue en estos medios continentales donde vio la luz y evolucionó la humanidad que, como todas las especies vivientes conocidas, necesitó proveerse de agua, en cantidad suficiente y de calidad adecuada para su supervivencia.

Cuando hablamos de "humanidad", podemos afirmar (a la vista de los descubrimientos paleontológicos) que todo empezó en África; y fue así que en este continente surgieron, y desde él se expandieron  nuestros primeros ancestros, que en diversos éxodos  descubrieron y habitaron territorios vírgenes, a lo largo y ancho del globo.

Factor clave en estos éxodos fueron las condiciones climáticas, que se han venido sucediendo a lo largo de la historia de nuestro planeta, y que están relatados en sus rocas. Pero fue el último (por ahora) período glacial importante el determinante para nuestra especie, ya que parece ser que fue al final de éste cuando la especie humana moderna tuvo su "exitosa" expansión, que nos encaminó a cada uno al lugar donde nos encontramos.

Durante esta última glaciación (Würm), que se inició hace 100.000 años y terminó hace 10.000 años aproximadamente, dos son las grandes razas de homínidos sobre el globo: Homo Neanderthalensis que presuntamente se extinguió hace 25.000 años, y Homo Sapiens; cabe decir que en algunas localizaciones otros homínidos resistieron hasta hace poco (por ejemplo el Hombre de Flores), quedando abierta la historia de la humanidad a los hallazgos que nos depare el futuro.

La Tierra. África
Y, en nuestra óptica, en este devenir de nuestros antepasados, la domesticación del agua comienza a final de ese período frío, y se extiende en esos no pequeños cambios climáticos que condicionaron la evolución de las primeras sociedades. En este caminar por el planeta la población sapiens cambió sus hábitos, de cazador recolector a un modo de vida sedentario, basado en la agricultura y ganadería. Hablamos de la revolución agrícola del Neolítico, tiempo en el pudieron iniciarse las técnicas de siembra y cosecha de agua.

Pensemos que desde el Neolítico (revolución agrícola humana) ya existían numerosos asentamientos sedentarios, y estos pueblos sin duda dependían de un cierto conocimiento de las aguas, que les pudo llevar a ocupar nuevos territorios en su expansión por el mundo. Estas técnicas, sin duda, se integraron en la propia naturaleza humana, dándose una estrecha comunión entre las actuaciones antrópicas y los procesos naturales.
 
Domesticar al agua fue y será siempre la clave del éxito para la supervivencia humana. Al fin y al cabo, la tierra marca las reglas del juego y nuestros antepasados esto lo tenían presente en su día a día.