Rafael Fernández Rubio, acequiero de aguas de amor y de vida
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En las balsas de decantación de las minas de Porto Trombetas (Amazonas, Estado de Pará, Brasil). |
Navegando en el Lago Argentino (Patagonia Austral). |
Pienso en "sembrar agua", y entiendo que es lo que he hecho en una vida que va siendo larga, pero que se ha hecho corta y fugaz; que se antoja intensa y productiva; y que, a lo lejos, desde la perspectiva de su lontananza, se muestra fructífera, intensa, vibrante y agradecida... con la satisfacción de haber vivido para dar y entregar, recibiendo siempre el ciento por uno...
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Control termométrico en un aforo, en Punta Tubarão (Espírito Santo, Brasil) |
En este recordar, con sus imágenes nítidas o borrosas, con sus claro-oscuros, sus afanes y desvelos, he sentido la gran satisfacción de alumbrar agua para saciar sed, atender abastecimientos, suministrar el más valioso de los recursos naturales...
El agua ha sido hilo conductor, energía que mueve molinos, esperanza que riega quereres, que trae cantos de sirena, que lava heridas y que hace germinar a la semilla sembrada.
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Río Rudrón (Burgos) |
Son muchos, pero que muchos años, en la brega, en el despertar ilusionado, en el soñar de cada día, en el paladear de satisfacciones... y es mucho lo que a la vida debo, lo que a Dios tengo que agradecer, lo que a tantos y tantos amigos me une...
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Tratamientos pasivos de aguas. Mina Vueltas del Río (Honduras).
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Cortando la cinta inaugural del I Congreso Internacional de Teconología Aplicada a la Minería. Lima (Perú), 2014. |
De hace años, muchos años; de cuando apenas podría ser un mozalbete, descubridor de emociones y sentimientos, recuerdo "gotas de agua" que seguro estaban modelando sentimientos, estaban esculpiendo espíritu, estaban amansando ímpetus, estaban tejiendo sueños.
Réplilca de fuente alhambreña, en mármol de Macael (Almería), |
Las que corrían por arriates y acequias, llevando aquella hoja de árbol, o aquel barco de papel que aprendí en un libro de papiroflexia (u origami), maravilloso regalo de mis padres. En aquel objeto flotante surcaban las aguas mis anhelos, que ahora se enredaban y frenaban entre la maleza, y luego se abrían paso en la rápida corriente...
Las que se despeñaban entre peñascos y travertinos, al pie de macizos calcáreos béticos, naciendo a la luz y al cielo, creando cortinas y celajes, lamiendo y esculpiendo rocas...
Las que suspendidas en miriadas de estalactitas, de cavernas talladas por ese primoroso cincel que es el agua, refulgentes como estrellas tachonando cielos infinitos, goteaban con paciencia estoica, escribiendo acordes, ejecutando divinos aspergios de graves y agudos entremezclados, y todo ello dirigido por la suprema batuta, interpretando la más divina partitura...
Las que surgían apenas entre helechos y culantrillos en las umbrías, apagando sedes... A las que San Juan de la Cruz cantara: Aquella eterna fuente está escondida, / que bien se yo do tiene su manida / aunque es de noche. / Su origen no lo se, pues no le tiene, / mas sé que todo origen de ella tiene, / aunque es de noche...
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Aguas de estiaje despeñándose por el río Lanjarón (Sierra Nevada, Granada). |
Aguas que vi desaparecer en la tierra, en las laderas de Sierra Nevada, para dar de beber y de comer a aquellos labriegos, trabajadores incansables, alejados de tantos tarambainas de ayer, de hoy, y de siempre...
Aguas que quise hacer mías; aguas con las que viajó mi imaginación; aguas que al cabo de los años no me olvidan, acarician mis sienes, riegan mi vida.
Agua que hasta sirvió a Jesús para hablar de la gracia divina, cuando vino aquella mujer de Samaria a sacar agua del pozo, y le dijo: el que beba del agua que yo le daré nunca más volverá a tener sed...
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"Anatomía de la Fuente del Avellano. Homenaje a Rafael Fernández Rubio".
Óleo sobre tabla del pintor malagueño José Ganfornina / 1995.
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Cachoeira de Belo Vale (Minas Gerais, Brasil), |
Agua a la que hoy, con García Lorca, podría cantar: Agua, ¿donde vas? / Riendo voy por el río / a las orillas del mar para seguir con lo que escribiera Jorge Manrique y hago también mío: Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar, / qu'es el morir; / allí van los señoríos / derechos a se acabar / e consumir; / allí los ríos caudales, / allí los otros medianos / e más chicos, / allegados, son iguales / los que viven por sus manos /e los ricos.
Pero antes de cerrar tantas páginas escritas, sin pluma y sin papel, siento el agradecimiento eterno a quienes un día fueron aprendices de este viejo maestro, y hoy son verdadero orgullo, por las metas que han alcanzado, porque de aquellos consejos hicieron filosofía, de aquellas orientaciones hicieron oficio, de aquellas enseñanzas hicieron escuela... los consideré mis "hijos" y, con el tiempo, "nietos" me han dado... Por eso, en el agradecimiento, sembrador de aguas me siento.
Y a ellos, a todos ellos, hago llegar la que ha sido postal navideña, cargada de ilusiones, que confeccioné para esta Navidad de 2015, que acaba de dejarnos, y que apenas pude enviar por ineludibles tareas, con fecha de entrega antes de final de año...
En ella van virtudes cardinales y teologales, que deseo para todos los que han ayudado en estos derroteros, que han inspirados estos andares, que han aportado lo poco o mucho que pueda tener, en sus alforjas y en su hatillo, este acequiero de aguas de amor y vida... ¡Que Dios les bendiga!
¡AMIGOS PARA SIEMPRE!!!
Fotos del autor